De mayor quiero ser Melchor Palacios



Cuando a los niños le preguntan qué quieren ser, suelen responder con una profesión. Yo, sin embargo, siempre contestaba que quería ser una persona en concreto, que quería ser Melchor Palacios. 


Porque parecía muy sugerente el rodar anuncios que luego se veían en la tele. Pero lo que más me gustaba, era la pasión que transmitía cuando hablaba de su oficio. Cuando un día le comenté que quería dejar la carrera de empresariales para ser publicitario me preguntó: "¿Estás seguro?, es mejor trabajar en una mina". Pero yo estaba muy seguro.  A los pocos días me llamó para que le acompañara a mi primer rodaje: un anuncio de El Corte Inglés con modelos desnudas de cintura para arriba. Estaba claro que quería convencerme de abandonar la profesión.


El director de arte más grande de España (no lo digo yo, lo dice su palmarés) es además mi tío. Y compañero de trabajo. Y, sobre todo, mi amigo. Uno de esos pocos amigos que se cuentan con los dedos de una mano. Él era uno de esos dedos. Una de esas personas que me aconsejaban antes de que le preguntara. Porque me conocía solo con verme. Quizá porque me pareciera algo a él. No lo sé. Supongo que tampoco importa, pero a mí me consuela  mucho el saber que aunque sea un poquito, sí que me parezco a él.


Con él he aprendido a pensar antes de hacer las cosas. E incluso a respetar a los que hacen las cosas y luego piensan (la mayoría). He aprendido a reírme de mi trabajo y hasta de los problemas. Es lo que llaman "el humor negro de los Palacios".  No olvido el tiempo que pasamos juntos en La Estación. Con tu Rafita, tu Rufo, tu Rudi, tu Kike, con el Sueco, con cookie. Cada día era un spot lleno de anécdotas y con guión de Berlanga. Éramos una familia.


O lo que disfrutaba de las tertulias de mesa y mantel a las que siempre me invitabas como si fuera uno más.  Sé que nunca hice méritos profesionales para tener una silla al lado de El Flaco, El sueco, Soria, Roberto... Yo me limitaba a escuchar y a aprender. Fue y es un honor del que espero seguir formando parte.


Y los partidos de fútbol del Madrid con sus sobrinos y familia precedidos de cenas homenajes al colesterol:  migas, tocino, chorizo, morcilla y oreja.  Marianín, Chotín, Luisito, Sátiro, Raulillo, Pepilla, el hombre de Palo, la quinta del chupete y hasta El Patas seguro que no dejan de sonreír recordando alguna de estas escenas.


Joder, Melchor. No era tu hora. Me/nos has dejado tirado. Me quedo sin tío, sin compañero de trabajo, sin amigo, sin asesor laboral, sin inspiración, sin referente, sin compañero de mus, sin acompañante para el fútbol, sin chef, sin caricaturista, sin cuidador de Guga. Me quedo sin magia.

Si sé que no es tu culpa, pero cuando nos volvamos a ver te lo pienso echar en cara, no tengas la menor duda de eso. Primero te daré un abrazo y luego te echaré en cara lo rápido que te has ido. Y luego nos reiremos. Y luego pondremos algún mote a alguien. Y luego nos seguiremos riendo. Y ya no pararemos. 

GRACIAS.

3 comentarios:

  1. Se os quiere, Luismi!
    Un abrazo gigante

    ResponderEliminar
  2. Lo siento mucho compi.
    Por tus palabras veo que fue y es una persona que ocupa un lugar muy importante en tí. Besos.

    ResponderEliminar